Ana Zapién - CRM Lead en KTBO
02/22/2022
Por mucho tiempo la innovación, seguida de la palabra tecnología, han sido las más escuchadas en los pasillos de las agencias digitales, y en general, de gran parte de las empresas a nivel mundial. Presuponemos que la innovación y la tecnología, pero sobre todo su acelerada adopción, son el camino a mejores resultados. Pero, ¿de dónde viene este culto a la innovación y tecnología?
Hace ya unos años Businessweek advirtió: “La innovación está en grave peligro de convertirse en la última palabra de moda sobre utilizada. Estamos haciendo nuestra parte en Businessweek”. En 2012, incluso el Wall Street Journal entró en un acto de ataque a la innovación, señalando que “el término ha comenzado a perder significado”. El medio analizó que para ese momento se contaban con “más de 250 libros con la palabra “innovación” en el título, que habían sido publicados en los últimos tres meses”.
Venimos de una larga exposición a la cultura Pop de Silicon Valley, en una publicación de la revista Aeon, un medio digital dedicado a escribir sobre ciencia, filosofía, sociedad y artes, en un artículo titulado: It ‘s not all lightbulbs. If we abandon the cult of the Great White Innovator, we will understand the history of technology in a much deeper way. Escrito por W. Patrick McCray, profesor de historia en la Universidad de California, se cuestiona duramente por qué hemos puesto por encima de las palabras mantenimiento, repetición e incrementalismo a la palabra innovación. De este artículo nace la idea de esta columna y nuestro profundo cuestionamiento sobre el futuro real de la innovación y su impacto en la sociedad.
Hemos pensado que movernos rápido, romper cosas y probar (a veces sin un camino trazado) es innovar. Académicos, historiadores, científicos e incluso empresarios critican el enfoque de innovación ha permeado de forma global, pues es una visión reduccionista del verdadero cambio tecnológico.
A pesar de lo que podamos creer, la estandarización hace sentido. Patrick coloca el siguiente ejemplo:
"Estándares técnicos. Cuando vas a la ferretería y compras un tornillo para reemplazar uno que está roto, probablemente estés bastante seguro de que cuando la etiqueta dice un “tornillo metálico 3/8 con 32 roscas por pulgada, eso es lo que estás recibiendo. Es decir, los estándares crean estabilidad en los sistemas tecnológicos. Sin estos, las piezas intercambiables y el comercio global habrían sido prácticamente imposibles".
Los estándares técnicos, las mismas “cosas” que permiten que una computadora o un iPhone se conecten sin problemas (más o menos) a las redes a medida que avanzamos por el planeta, requieren la Organización Internacional de Normalización (ISO), la realidad es que, sin estándares internacionales, cualquier cosa que hicieran no funcionaría muy bien.
Trasladando todo esto a nuestra vida diaria en las agencias, es una realidad que podemos caer en el error de atribuirle a la “innovación” y la aplicación de tecnologías una responsabilidad desmedida para conseguir el éxito. Cuando posiblemente debamos voltear y poner foco en aquellos resultados, que pueden parecer marginales, pero que nos permitirán crear bases para cambios reales. Debemos establecer estándares, y pensar más en el mantenimiento, la reparación y la construcción de infraestructuras. Pareciera un trabajo mundano el que se dedica a mantener el funcionamiento y la eficiencia de las infraestructuras, aunque podría tener más impacto. Esto no significa no innovar, significa ser conscientes de lo que implica innovar y tener “la casa en orden” antes de salir con una idea que parece ser la mejor, pero podría no tener los resultados esperados, no queremos glorificar tecnologías, ni metodologías, queremos ser rigurosos en nuestros procesos bien coordinados y en los estándares bien articulados y creados en común acuerdo con nuestros clientes.
‘Infraestructura’ es un término muy poco glamoroso, el tipo de palabra que habría desaparecido de nuestro léxico hace mucho tiempo si no apuntara a algo de inmensa importancia social. Queremos proponer estructuras sólidas, estándares y protocolos para el mantenimiento y que la innovación pase a ser la consecuencia de buscar una eficiencia en nuestros procesos.
Tal vez cuestionarnos si la innovación es el fin real o es meramente una consecuencia de la continuidad bien planeada. Como menciona W. Patrick McCray:
“El incrementalismo es la verdadera esencia del cambio tecnológico. La mayoría de las veces, los innovadores no se mueven rápido ni rompen cosas”.